“La violencia humana frente a la paz del Reino de Dios”
“Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado” Monseñor Romero.
Hoy en día, en el país se vive una gran ola de violencia, que ha ido incrementando con el pasar de los años, actualmente las cifras de muertes en un fin de semana alcanza la alarmante suma de 53 asesinatos, para muchos estas cifras ya alcanzaron limites los cuales ponen al país en los primeros lugares de violencia en la región centroamericana y aun mas preocupante a nivel latinoamericano.
Pero ¿Cuál es el causante de esta ola de violencia? Esta pregunta hace mucho eco en la comunidad puesto que las visiones o posiciones a esta pregunta son muy divididas y causan incertidumbre, ya que las causas para muchos son cambios de colores políticos, cambios de ideologías, visiones herradas de ideologías pasadas o simplemente la pérdida del respeto a la vida. Pero realmente podemos llegar a ver que hay una gran perdida de la doctrina que Jesús nos ha enseñado. Buscamos responsables o culpabilidad en los demás, ahora se nos hace mas fácil señalar las políticas manejadas en las diferentes instancias del gobierno sin importar el color que lleven, porque consideramos que no están realizadas o enfocadas a dar una solución practica a las muchas y diferentes realidades que en los estratos sociales se viven, a esto agregamos una realidad económica deficiente en la cual los mas afectados son los marginados por la sociedad, la introducción de culturas ajenas a nuestro país que marcan no solo en los jóvenes ideales erróneos a seguir olvidando su cultura y sus raíces, la ignorancia, la indiferencia y la falta de compromiso.
Todo esto y más son los detonantes de la actual violencia que se vive en el país pero ¿Qué es lo que nosotros estamos haciendo para cambiar o mejorar esta realidad en nuestro hogar o nuestro país? La violencia humana que vemos radica en la pérdida de la visión hacia los demás como seres humanos, como entes de una misma sociedad con derechos y virtudes que nos hacen únicos y especiales a cada uno de nosotros, esta perdida del civismo, la cultura y la religión muestran de nosotros esa falta de compromiso hacia la formación que Jesús nos dejo. En la actualidad es muy difícil aplicar “Al que te hiera una mejilla, préstale también la otra” (Lucas 6- 29) puesto que estas palabras marcan en nosotros un punto de inflexión que nos lleva hacia la crisis existencial, puesto que como voy a dejar que me golpeen y no responder, como prestar la otra mejilla si ya la ofensa es muy grande, como quedarme con los brazos cruzados si desde hace mucho tiempo la ley del ojo por ojo ah estado vigente, pero estas enseñanzas no nos llevan a ser masoquistas y victimas, nos lleva a lo que en otras cultura en especial las orientales es llamado Ahimsa o la no violencia que es una virtud o una opción de vida que todos nosotros deberíamos de tener.
Para nosotros ser parte de esta ideología va mas allá del simple echo de evitar no levantarse en armas y el respeto a los derechos civiles, esta ideología nos lleva a el don que Dios nos dio, el don de la Paz, para nosotros la paz es pilar fundamental de la construcción del reino de Dios, dejando de lado la idea que el reino de Dios es algo astral fuera de nuestro mundo o de nuestras manos, si no, siendo consientes que estamos llamado a construir el reino de Dios aquí en la tierra, siendo arquitectos de paz y edificadores del reino de Dios respetando y haciendo iguales a todos los que lo conformamos.
La paz es ahora una de las exigencias que como jóvenes, como sociedad, como familia tenemos. Puesto que únicamente buscando la paz acabaremos con la violencia humana, esa paz que permite velar por el derecho a la igualdad, los derechos civiles de respeto de tolerancia y de expresión, esa paz que nos permite ver en los demás a ese Cristo resucitado, ese Cristo que monseñor Romero en muchas de sus homilías nos lo mostro y nos llamo a seguir. Entonces, Cristo, a quien San Pablo llama "Pax Nostra" -nuestra paz- porque Él reconcilió a los hombres con Dios y a los hombres entre sí y botando con su sangre el muro de odios, de violencias, de rencores, de resentimientos, ha sembrado la condición ineludible de la Paz: la Justicia y el Amor. "AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS". Homilía 6 de enero de 1978.
“AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS”. Si realmente nosotros pudiéramos amar a los demás como a nosotros mismos, siendo justos, aceptando nuestras diferencias, respetándonos, acabaríamos con la violencia que hoy se presenta gracias al temor de denunciar y condenar los actos humanos, pero no solo criticando y denunciando sino siendo parte de la solución, transformándonos realmente al compromiso de no a la violencia y si a la paz.
Esta responsabilidad debe ir mas allá del núcleo familiar porque es muy fácil amar a quienes nos aman, aceptar y acompañar a quienes nos aceptan y acompañan este deber o este cambio de ideología o esta preferencia por la paz deber llegar a la búsqueda de la justicia a través de la luz del evangelio, volviendo a Jesús imitando y cumpliendo sus enseñanzas, a las doctrinas del magisterio de la iglesia. Aunque no es trabajo fácil porque ahora el materialismo, el consumismo, la transculturización, la indiferencia, la masificación, nos empuja en línea contraria al trabajo apostólico al que hemos sido llamados y seguiremos siendo llamados sobre todo cuando la injusticia, la indiferencia y la violencia imperen en nuestros ideales de una vida justa.
Es obvio que esta transformación de ideas debe empezar en casa por las cosas pequeñas que están enfrente de nuestra nariz, educando y dirigiendo a la luz del evangelio la construcción del reino de Dios, no siendo permisivos y dejándonos seducir por “nuevas” formas o maneras de educar, que lo único que buscan o justifican es el mal comportamiento, la idea de ser mejor que los demás, de preocuparme solamente por mi, dejando de lado la opción por los valores y la moral que desde hace mucho tiempo vienen siendo transformados en ideas confusas que al final acaban con el ideal primordial de Dios, pero no debe quedar ahí debe llevarse hasta nuestros trabajos, siendo responsables y agradecidos buscando el bien común y no solamente el bien propio, a nuestros centros de estudio aplicando las mejores normas de convivencia y respeto, los lugares de esparcimiento, en fin a tomar la iniciativa de querer y aceptar el don de la paz en nuestras vidas y en nuestra realidad.
Y ¿Cómo podemos ser constructores de paz? para muchos de nosotros esta pregunta marca el trabajo o la iniciática que tenemos al querer tomar esta opción de vida, porque no tenemos claro el camino a seguir, nos sentimos abandonados, nos sentimos desubicados y en casos mas extremos, no sentimos la presencia de Dios, pero al no tener claro el camino a seguir vemos las dificultades, la carencia y la falta de visión en los ejemplos que la historia de la salvación a puesto al alcance de todos ignorando su trabajo y su entrega. Nuestro mayor ejemplo es o debería ser Jesús, porque siguiendo sus pasos consientes de la responsabilidad y el sacrificio que conlleva ser radicales nos acercamos más a esa imagen ideal del reino de Dios. Pero por las doctrinas o visiones que nuestras abuelas tenían y nuestra propia comodidad, vemos a Jesús como el ideal de vida a seguir pero que es inalcanzable porque nosotros respondemos de manera irracional a la realidad, pero no es así, como humanos, tenemos la capacidad de asumir el reto de imitar a Jesús de manera consiente y lo podemos ver mejor representado en la imagen de monseñor Romero, porque el siendo hombre, siendo salvadoreño pudo seguir a Jesús y tomar una posición radical al luchar por la igualdad y la paz. Por eso, hermanos, el NO A LA VIOLENCIA tiene que estar cimentado sobre fundamentos de justicia. En Medellín, los Obispos de América Latina -aprobados por este mismo Papa- dijeron que la paz en el continente no será posible mientras no se construya un orden más justo, que la paz no es ausencia de guerra, la paz no es miedo de represión, la paz no es equilibrio de dos poderes que se tienen pavor. La paz es el fruto de la justicia, la paz será flor de un amor y de una justicia en el ambiente. Sí a la Paz, dice el Papa, sí a Dios, sí -diríamos nosotros- a la justicia, sí al amor, sí a la comprensión de todos los salvadoreños. Sólo así tendremos esa afirmación neta de la Paz. Monseñor Romero Homilía 6 de enero de 1978.
Es por ello que para erradicar las conductas antisociales a las que estamos expuestos desde pequeños, hay que estar consientes de nuestra realidad y la de los demás, dejando atrás la indiferencia, la marginación y aceptando realmente el pacto al que Dios nos llama, podremos de manera radical y racional acabar con la violencia humana en la que hoy nos encontramos, descubriendo en la oración el inicio de la transformación de ideales personales, no solamente contemplando las ideas seductoras del mundo, si no, actuando, ya que una Fe sin obras es una Fe muerta. Encontrando en el amor, la razón y la religión las armas más grandes a tomar y siguiendo el ejemplo de monseñor Romero llegando hasta las últimas consecuencias del seguimiento radical de Dios.
Eduardo José Alvarado Castillo.
Iglesia Joven Ricaldone.












